El peligroso mundo de las palabras


Un día alguien inventó las palabras.

Los sonidos y las señales evolucionaron lentamente hasta convertirse en mensajes inteligibles y nacieron las palabras.

Y se designaron cosas, más adelante acciones y seguramente, después de mucho tiempo, se dió nombre a los sentimientos, se inventó el adjetivo que describe, el adverbio que condiciona, la preposición que ubica. Mas adelante, uniendo palabras, llegaría la metáfora, las comparaciones y la ironía, pero eso ocurrió mucho mas tarde.

Al mismo tiempo, nacieron los cuentos, las historias, las que son verdad y las que no.

Las mentiras, los chistes. Y los equívocos y los dobles sentidos.

Y todo eso estaba bien.

Lo malo fué que arrinconamos el lenguaje no verbal. Los gestos, la expresión del rostro. En algún momento perdimos, con las cartas, la propia voz, a través del cable del teléfono, nuestros ojos al sonreir y, por último, entre redes, quedó oculto el gesto de nuestra letra en el papel, la presión del lápiz, los tachones, la mancha de las lágrimas…

Decimos por escrito. Proyectamos una idea, muy ufanos en nuestra capacidad de expresar.

Y muchas veces, un aire invisible distorsiona lo dicho. También el que recibe que, a su vez y casi siempre inconscientemente, incorpora su mirada, su filtro interior.

Por eso me recomiendo prudencia. Reflexión. Decimos y pensamos a un tiempo, porque poner en palabras es pensar, pero muchas veces, ausente el gesto, la mirada nuestra en los ojos del que escucha, el caudal nos traiciona y llega el último y fatal invento:

El desencuentro.


La palabra sola no basta.

O si, pero tiene peligro.

1 comentario:

  1. Dicen los que saben de esto que en una conversación la comunicacion verbal es del 30% y la no verbal (los gestos, las miradas, la pose, la entonación ...) es el 70%. Y si la palabra dice una cosa y el resto lo contrario, nos creemos lo contrario. Y lo peor es que cuando no tenemos mensajes no verbales nos los inventamos según el estado de ánimo que tengamos en ese momento. Y pasa lo que pasa.
    El desencuentro

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